sábado, 24 de diciembre de 2011

Hablemos de algo serio por una vez.

El amor hace que las personas se vuelvan tontas si saben a lo que me refiero. El amor hace que uno haga cosas que alguien jamás pensaría en hacer. El amor hace que uno tenga ideas locas o insólitas que lo hagan ver como un idiota. El amor es feliz y alegre mientras dure, pero cuando se acaba duele.

El amor cuando se acaba hace que la persona que ha sufrido el desamor desee morir sin importar nada mas, solo quiere morir como el amor que ya ha dejado atrás. El amor causa muerte. El amor causa ira. El amor causa engaño, decepción y tristeza. El amor simplemente duele.

Pero si nos ponemos a pensar también nos daremos cuenta que el amor hace familias.

El amor hace parejas felices. Hace que los enamorados vayan con una sonrisa cercana a la psicosis, ramos de rosas y chocolates a las puertas de sus amores sin siquiera saber si van hacer aceptados.
El amor hace parejas felices. El amor causa vida. Y, pero ¿El amor que mas hace? El amor nunca es para siempre. El amor hace estos pensamientos tristes. El amor causa locura. Entonces respóndanse:
¿Por qué lo apreciamos tanto?



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Volver al pasado? Lo siento, borré los datos del disco duro.


En la vida hay algo seguro, aparte de la muerte y de los impuestos, por mucho que te esfuerces, por muy buenas que sean tus intenciones cometerás errores; harás daño y te lo harán a ti y si quieres recuperarte solo puedes hacer una simple cosa.
Perdonar y olvidar. Es lo que dicen.
Es un buen consejo a pesar de que no muy práctico. Cuando alguien nos hiere deseamos herirle, cuando alguien nos trata mal queremos devolver la puñalada o simplemente, queremos tener la razón.
Lo máximo que podemos esperar es que algún día tengamos la suerte de poder olvidar.




Hay cosas en la vida que no se pueden cambiar, hazte a la idea.


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martes, 13 de diciembre de 2011

Tiempo pasado.

La chica salió por la puerta cerrándola con un estruendo golpe. Empezó a correr con todas sus fuerzas a pesar de que no podía huir del miedo , impregnado en su piel como la sal en el inmenso océano azul.
Sus fuerzas iban menguando a medida que aumentaban los metros recorridos. Cansada, y con la respiración agitada, se derrumbó en el suelo, apoyada sobre un viejo roble. Ahí rompió a llorar desconsoladamente, sabiendo que estaría sola y que nadie la podría consolar.

Ella sabía cual era ese lugar. Reconoció el anciano árbol y vio que era el lugar donde tantas veces de niña, jugaba hasta que se hacía de noche pero eso si, siempre sola.
Tras ese pequeño recuerdo, la chica se levantó del suelo y palpo la arrugada corteza del árbol. Casi no había cambiado; el mismo aroma, el mismo color... Hasta sus iniciales talladas con una letra minúscula. Entendió que todo ese tiempo estuvo sola por lo tanto, no debía temer a lo mismo aunque la haya perseguido desde la infancia.

Seco sus brillantes lagrimas y abrazo el grueso tronco del anciano roble murmurando, con una voz firme pero indecisa... " devuélveme a esos tiempos donde una simple rama era una barita con inmenso poder..."


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