jueves, 14 de junio de 2012

Camarero, una de soledad por favor, y que no escasee de silencio.


Odio esa sensación que se puede experimentar cuando sientes que tu corazón no quiere latir más pero debes sonreír y mostrar tu fantástica felicidad, la cual no existe pero te la pintas para que nadie se preocupe por ti, ya que quieres pasar desapercibida y hundirte sola en la miseria de mundo donde has nacido.  Pero por otra parte ansías que alguien se preocupe por ti y te ayude en ese duro momento, sea cual sea, y consiga devolverte tu “felicidad” de nuevo.

Sientes un dolor agudo en el pecho, como un vacío interior que no sabes con que llenar. Te cuesta reprimir las lágrimas y aunque estas caigan sin cesar, no logras sentirte mejor. Los pensamientos son escasos en tu mente, se queda completamente en blanco, y si alguno hay, créeme, no suele ser positivo.

Necesitas la soledad más que nunca, el silencio te satisface por decirlo de algún modo. Aunque estos sentimientos son realmente contradictorios ya que deseas estar solo con tus “no pensamientos” pero al mismo tiempo, quieres que alguien te ayude y no quieres pedirlo por parecer una desesperada o algo por el estilo, no, esa ayuda tiene que venir sola.



Y entre desesperadas lagrimas se escriben estos dudosos sentimientos pero cien por cien sinceros.


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