Túmbate y deja
caer tus parpados levemente hasta cerrarlos. Respira hondo y deja que la suave
brisa nocturna acaricie tu cuerpo.
¿Qué se siente al
no pensar en nada?
Relájate. Deja
que el único sonido existente sea el de tu corazón, que late a un ritmo lento y
parsimonioso.
Déjate llevar por
los sonidos de tu entorno, deja que tu cuerpo se vuelva sumiso con ellos. No
los controles.
Deja que el frío
oxigeno se introduzca plenamente en tus pulmones y vuelva a salir con suma
delicadeza.
Y dime... ¿Qué se siente al
dejar tu cuerpo en manos de la total tranquilidad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario