jueves, 25 de agosto de 2011

El cuento de hadas que nunca existió.


La princesa del reino de cuyo nombre no me acuerdo escondida en algún lugar secreto y con aparente dificultad para el acceso, miraba tras su ventana el hermoso paisaje bañado por la tenue luz de sol y la tenebrosa niebla.
-Canta canta,mi pequeño ruiseñor, que tu canto suene por todo el reino, cuando el cazador te enganche ya no desprenderás fruición.
Se apartó del ventanal y se dirigió al gran espejo para peinar su larga y oscura melena cubierta con pequeños destellos de rubíes en forma de lágrima.
Dejó el cepillo bañado en plata en el tocador y se quedó mirando su rostro en el reflejo del espejo. Embobada, con la mirada fija en sus mismos ojos, dejaba pasar el tiempo la mayor parte del día ya que, no podía salir de esa oscura torre en medio de la nada, como ella decía tras ver que no llevaba a ninguna parte y parte ninguna llegaba ahí.
Se levantó con sumo cuidado cogiendo suavemente el negro vestido y se encaminó de nuevo a la ventana, para admirar el oscuro paisaje, lleno de viejos robles y alguna que otra alma perdida.
Con la cabeza alta y los ojos cerrados dejó que el frío viento recorriera su vestido y se entrelazara por sus cabellos. De repente, un tremendo ruido hizo que la princesa se cayera al suelo estremeciéndose de dolor.
Intentando recuperarse de la caída, se sentó como pudo sobre la cama con los ojos fijos al gran armario negro al fondo de la inmensa habitación.
Desconcertada se puso las manos a la cabeza intentando encontrar una teoría lógica para ponerle a ESA COSA.


dark princess


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