sábado, 30 de julio de 2011

El último adiós.

Mirando al mar, con esa brisa salada no muy fría acariciando sus cabellos dorados y su típica postura de galán ahí estaba ÉL.
Con el sol a media luz brillando en sus claros ojos celestes en los que más de una vez ella se perdió. 
Ella se le acercó y le abrazó.
No solía ser muy decidida, su timidez siempre le jugaba malas pasadas pero, ese día la cosa cambió.
Ella, triste pero sonriente, aceptó su decisión y le dejó marchar.
Mientras ella le abrazaba el le acariciaba la melena oscura con dulzura como siempre hacia y a la vez le sonreía, con esa típica expresión de hermano mayor que siempre tenía en la cara y que ella adoraba tanto.
Los dos, solos en aquel maravilloso sitio, pero triste era el lugar para la despedida.
Ella se separó de el bruscamente manteniendo sus brazos sobre la cintura del chico, y le miró a los ojos, con esas perlas de color carbón que a el le incomodaban cuando le hacía una mala mirada, pero, al fin y al cabo, estaba enamorado de esos dulces ojos.


+ Este será el último adiós?
- Espero que no -le sonrío dulcemente-


El le cogió de las manos por ultima vez, y se dispuso a partir rumbo a su viaje.
Antes de que diera media vuelta ella no se lo pensó dos veces, necesitaba hacerlo.
El corazón le latía tan rápido y fuerte que lo podía sentir sin necesidad de ponerse las manos en el pecho. 
Así que le agarró del brazo, el lo sintió y dio media vuelta, fue cuando ella tubo un arrebato de valor y le besó.
El sonriente como siempre, la abrazó y le dijo que nunca olvidara ese momento, el cual sería la unión de sus vidas.
La playa donde se dieron su primer beso de amor.






Ella se quedó ahí, sentada.
Sola.
Mirando al inmenso océano.


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